domingo, 27 de septiembre de 2009

Sentí el despertador sonar

Sentí el despertador sonar, era temprano, pero lo más tarde que había calculado debía levantarme. Me quedé dormitando por escasos minutos, como acostumbro hacer, mientras sentía la lluvia caer, el sonido del pasar de los autos sobre la calle mojada, el viento correr.

Me veía levantándome, pensando en todo lo que debía hacer, me veía durmiendo un ratito más, con la excusa de la lluvia, con la excusa de concluir lo que venía soñando, o quizá ver un poquito más.

Mirando el reloj, dirimiéndome entre quedarme un minuto más o uno menos, pestañé aletargadamente y sin más, volví a abrir los ojos, volví a ver la hora, y el reloj, frío y omnipresente, marcaba, desinteresado por mi perplejidad, que habían pasado 2 horas desde ese instante previo a mi pestañar. Lejos de toda preocupación, disfrutando de la melodía que me estaba ofreciendo el viento, la garúa, el pasar de los autos sobre la calle mojada, y el silencio del domingo a la mañana, me levanté con una sonrisa, mezcla de complaciencia y picardía, esas dos horas había soñado un poco más, y también me habían comprimido mis quehacereces para este día a dos horas menos.

Miro por la ventana, a varias horas ya de haberme levantado, garúa finito, creo que es un buen momento para salir a la calle, aunque... el colchón me llama a cantos de sirena...

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