viernes, 31 de julio de 2009

La confianza no se compra

Todo nace con una propaganda que escuché hoy por la radio, luego de la cuál me quedé pensando azorado. Se trataba de una "promoción" de la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos), que promete la participación en un sorteo por un auto a aquellos que puedan reunir 12 facturas de compra.

Me dejó pensando, hace falta algo así para que la gente pida la factura al comprar?Hace falta algo así para "garantizarse" que el comerciante expenda la factura luego de una venta?

Fue uno de esos momentos donde mi rostro se dirimió entre un gesto de risa y otro de lamento.
Entonces me invadió una sucesión de hechos de la actualidad que reflejan como estamos. Todos relativos a como perdemos la confianza cada vez sobre más cosas.

Ya no confiamos en quiénes nos gobiernan, les perdimos el respeto y votamos a peores.
Ya no confiamos en lo que nos venden los medios, cada uno dice algo distinto, según quién sea su dueño.
Ya no confiamos en los números oficiales, no tenemos parámetros para medirnos económicamente.
Ya no confiamos en la educación pública, mandamos a nuestros niños a escuelas privadas, donde la educación es un negocio y ese es su "valor".
Ya no confiamos en la salud pública, nuestros profesionales tienen q lidear día a día con la falta de insumos y recortes presupuestarios que no les dejan trabajar adecuadamente.
Ya no confiamos en nuestra moneda, se devalúa día a día, corremos a comprar dólares, una moneda que también se devalúa día a día.
Ya no confiamos en el de al lado, la alta inseguridad hace que entremos en una paranoia permanente.

Creo que podría seguir, pero me parece suficiente...

En estos tiempos de crisis, advertí algo que, entre tanta desidia y desazón, me maravilló. Me contó mucha gente que volvió a ver a familiares que no veía hace tiempo, me incluyo en este grupo. Al parecer, en medio de esta selva donde no sabemos para donde correr, tratamos de buscar refugio en aquellos seres queridos con los que podemos contar.

Yo creo que todos estos hechos apocalíptimos que sucumben ante nuestros ojos en el día a día, extendiéndolos a un nivel global, son claros indicadores de que el ser humano se está equivocando, de que estamos errando el camino, de que debemos replantear nuestros objetivos y nuestra forma de obrar, es una oportunidad para corregir nuestro andar, mirarnos al espejo, reconocernos, mirarnos entre nosotros, conocernos, y caminar juntos.

miércoles, 29 de julio de 2009

El impulso

Hoy pensaba, estimulado quizá por un momento en el que pocas cosas podía hacer, en el impulso; la importancia que tiene el impulso para nosotros, un ascenso, un nuevo amor, una palabra amiga... Me maravillaba al pensar de cuanta gran ayuda es tener a alguien que nos apoye, que nos reconozca, que nos valore, que nos acompañe, que nos cuide, en el camino hacia nuestras metas. Cuanto más rápido se alcanza todo, cuanto más bonito es el camino hasta conseguirlo, cuanto más se disfruta todo.

Por un momento me quedé sonriendo, consecuentemente a mis pensamientos llenos de colores vivos y que daban vida. Pero como si de un sueño me despertase, abrí más los ojos, al tiempo que me dejaba absorto el pensar que todo aquello externo a nuestro cuerpo que nos apoya, que nos cuida, que nos reconoce, que nos valora, que nos acompaña... puede desaparecer en tan solo un instante, en mayor o menor medida, a través del tiempo...

Entonces? Entonces todo aquello termina siendo un impulso, un empujoncito en nuestro camino que nos ayuda a transitar la vida con más fuerza, con más energía, con más entusiasmo, pero que puede aminorar algún día, y allí podremos encontrarnos, mirando para atrás, esperando que aparezca aquello que nos alentaba, que nos empujaba... atónitos ante esa ausencia, desconcertados de que pudiera estar sucediendo.

Reitero, aquello es un impulso, una fuerza externa que hoy pudiera estar tirando a nuestro favor... mañana no sabemos. De aquí deriva la importancia de nuestro motor interno, nuestra autoestima, el conocernos y reconocernos cada día. Porque es éste y sólo éste, el motor que no nos abandonará a pesar de todo lo que pudiera pasar externamente. Es sobre él y hacia afuera que debemos trabajar, y no al revés. Si el motor funciona bien, seguiremos andando sin importar que pase, agradecidos de cada impulso que tire hacia donde vamos, y hasta impulsando a otros en su camino.

Es entonces, sobre este motor interno que debemos trabajar día a día, para llegar a donde queremos llegar, para poder impulsar a quién podamos impulsar, para dar sentido a todo impulso que llegue advirtiéndolo como tal, aprovechándolo al máximo y disfrutándolo en el camino.

jueves, 9 de julio de 2009

Sobre que voy a escribir hoy?

Será acaso sobre lo que me pasó ayer?
Será acaso sobre lo que soñé anoche?
Será acaso sobre lo que me sucedió hace tiempo pero tomó importancia recién ahora?
Sobre que será?

Hoy me veo y encuentro sólo miles de emociones mezcladas en mí, me veo y me siento más de lo que me veo, me siento y veo más de lo que se ve a simple vista.

Me encuentro y me desencuentro permanentemente, me encuentro y siento que estoy en lo cierto sobre lo que quisiera estar haciendo ahora, sobre lo que quisiera hacer mañana y sobre que me gustaría terminar haciendo.

Me encierro en mí mismo, salgo, me libero y exploto.

Me desvelo pensando en ella, o lo que es lo mismo, pensando en mí.

Me desvelo pensando en mis sueños, en que debería hacer para llevarlos a cabo, sonrío, los ojos se me ponen llorosos de la emoción, vuelvo a sonreír, una lágrima desciende atravesando todo mi rostro, al tiempo que una imagen, parte de una secuencia de imágenes que forman el futuro que quiero para mí, aparece por milímetro de mi rostro recorrido.

Me quedo sonriendo un rato, maravillado por esas imágenes, y me pongo serio, vuelvo a la realidad.

Y me siento preso, me siento extraño, me cuesta discernir entre el imaginario y la realidad, me cuesta asumir la distancia existente entre mis sueños y mi realidad, me cuesta darme cuenta que no es tan efímera como parece en ese momento, me cuesta hacerme la idea de que sí lo es, de que todo está allí, tan al alcance de la mano.

Me emociono mientras escribo, leo borroso al tiempo que escribo esto, muerdo mi labio inferior.
Cierro los ojos, no veo más que el negativo de la luz del sol que dejó pasar la apertura de la ventana, tengo la mente en blanco, me liberé por un momento, la mente descansa, agradecida, incrédula de haber experimentado un momento de plena paz, es maravilloso.