martes, 24 de marzo de 2009

Cada vez que miro al cielo

(24 de marzo de 2008)

Cada vez que miro al cielo, te veo, necesito ver.
Cada vez que no te encuentro, te busco, como la primera vez.
Como aquellos inocentes, que creen que así sigues aquí.
Yo te llamo a cada rato, te busco, y pregunto por ti.

Y aunque la vida me diga que no estás conmigo.
Aunque yo crea que sigues ante mí.
Aunque tu gente se acuerde de ti, vos estás lejos, pero no de mí.

Cada vez que miro al cielo, te veo, te veo, tan cerca de mí.
Cada vez que no te encuentro, te busco, pregunto por ti.

Y mientras más te sigo, más te veo siguiéndome.
Mientras más camino, más veo tu sombra detrás de la mía.
Y cuando intento encontrarte me encuentras tú a mí.

Yo sé que estás, en algún lugar y en todos a la vez, mirándome y dejándome verte.
Acariciándome y dejándome acariciarte.

Porque por más lejos que estemos, no hay distancia entre nosotros.
Por más tiempo que haya pasado, te siento como la última vez.
Y en todo ese camino que recorrió cada uno, seguramente nos cruzamos más de una vez.

Ya nos volveremos a encontrar, como no nos encontramos hace mucho, o quizá, como no nos encontramos nunca.

Pablo.

martes, 17 de marzo de 2009

De cómo recuperar un objeto perdido

Ayer me pasó algo que me dejó pensando...

Resulta que iba de camino al trabajo, en subte, como siempre, y yo no suelo dejar la mochila en el portaequipaje (ese que está por encima de los asientos), pero esta vez la dejé, porque molestaba al paso.

El hecho es que bajé del subte, salí de la boca, tomé Florida e hice media cuadra... y me sentía muy libre, demasiado liviano, ahí es cuando advertí que no llevaba mi mochila conmigo :S. Me pregunté si la había traído conmigo desde casa y se me vino una sucesión de imágenes de como la llenaba de cosas, la agenda, la ropa para jugar al fútbol, los botines, etc. Y luego, la imagen de la mochila yéndose solita en el subte, volví preocupadísimo a la estación Florida, imaginando ya, a un tipo llevando mi mochila lo más campante.
Hablé con un policía de la estación y se contactó con la boletería de Alem, fuimos hasta allá y la recuperé, alguien la había visto sola, al llegar el subte a Alem (donde termina el recorrido) y la había dejado en la boletería. Con el policía, luego de que una sensación de alivio me recorriera la columna de principio a fin liberándome de la tensión que me había invadido minutos antes, nos quedamos hablando de la suerte que había tenido, de que generalmente la gente se la lleva, de que increíblemente tenía todo, la billetera con el dinero, los documentos, todo. De como aún queda gente honesta.

Luego se lo conté a varias personas, todavía sorprendido de tener mi mochila conmigo, y, dudando entre el azar y el destino, me quedé pensando, inevitablemente, en que pudo haber hecho que mi mochila vuelva a mis manos... sería acaso el hecho de que yo siempre que encontré algo lo devolví? sería el hecho de que, justamente el sábado pasado, sin ir más lejos, estaba con un amigo en un pub, y en la mesa diagonal a la nuestra se encontraban tres chicas conversando y a una se le cayeron $20 al piso sin que siquiera lo advirtiera y yo le avisé?

Seguramente haya sido una suerte de mezcla entre causalidades y casualidades, de que la vida devuelve bien por bien, y que justo en ese momento, se bajaba de Alem, Alguien (con mayúsculas) que estoy seguro será recompensado, Alguien que tuvo un accionar que ratifica ese comportamiento justo y altruista que tenemos cuando lo tenemos, haciéndonos experimentar en carne propia la sensación que se experimenta cuando fuimos nosotros los que necesitamos ayuda del otro, y nos la fue brindada.

Pablo.
(veo tu sonrisa... y el cielo sigue siendo azul.)

jueves, 12 de marzo de 2009

Conexión instantánea

Encontrar a una persona que parece que conocieras de toda la vida, pero que nunca viste, nunca supiste nada de ella y nunca la sentiste nombrar...

Este tema vino a mi cabeza porque el otro día hablé con una amiga con la que no hablaba hace rato, estamos en mundos tan distintos que es difícil que nos crucemos. Así y todo, recuerdo cuando me crucé con ella por primera vez, cuando hablamos lo hicimos de una manera tan relajada y confiada que parecía que nos conociéramos de toda la vida. De hecho, los dos tuvimos esa misma sensación, y luego de habernos visto solo unas pocas veces contadas con los dedos, podría asegurarles que, hoy día, la extraño (por este tiempo que pasó sin que nos veámos) como si hubieramos sido amigos desde el jardín.

Esa conexión instantánea me llama la atención, me pasó otras veces y realmente está buenísimo. Es muy loco como con algunas personas tardamos años en tomar confianza, y con otras tan poco tiempo.

Mi amiga sabe quién es, o quizá no, lo cierto es que este caso podría transpolarlo a algunos otros y ratificar el hecho, y pienso ahora en cada una de esas personas y sonrío solo, su luz llega hasta acá.

Y seguramente las vea un día de estos, para hablar con ellas y contarnos cosas, entendiéndonos como si las hubiéramos vivido juntos, riéndo al unísono, todavía maravillados por esa conexión inefable que devino en una muy bonita amistad.

¿Les pasó alguna vez?

Pablo.
(Encontrar a una persona que parece que conocieras de toda la vida, pero que nunca viste, nunca supiste nada de ella y nunca la sentiste nombrar...).

sábado, 7 de marzo de 2009

Vivir una pérdida, aceptarla y seguir viviendo.

Últimamente y en diferentes contextos, mucha gente me ha estado hablando de este tema, contándome historias, de ellos mismos o de terceras personas, que vivieron pérdidas, de distintos tipos, hace poco tiempo.

Hay una frase que dice que la verdadera importancia, es aquella que se les da a las cosas cuando ya las hemos perdido.

Quizá esto tenga mucho que ver con esa sensación tan intrínseca del ser humano de creerse eterno en su vida limitada, como una añoranza, una utopía decantada en alguna parte del subconsciente.

Esto quizá produzca la creencia de que todo lo que tenemos lo tendremos por siempre, y por lo tanto, siempre tendremos tiempo para darles la importancia que les merecemos.

Pero la realidad indica que nada de eso es así, y desde el momento en que se ocasiona esa pérdida, hasta que la reconocemos y aceptamos como tal, habremos experimentado una sucesión de sensaciones, también conocidas como etapas de pérdida Kübler Ross (Negación y aislamiento, Ira, Pacto, Depresión, Aceptación).

Y es exactamente allí, en la aceptación, cuando finalmente nos daremos cuenta que no, que todo lo que tenemos no lo tendremos por siempre. Cuando habrá cesado esa intensa lucha entre el cerebro y el corazón, se habrán equilibrado, firmando un acuerdo de paz que nos dejará volver a nosotros, a seguir con nuestro camino, habiendo transformado dicha pérdida en un valioso recuerdo, que se complementará entre ambos, para acompañarnos el resto de nuestras vidas, y será seguramente, protagonista de más de una posterior mirada al cielo.

Más info:
El Proceso del Duelo, Biblioteca de Psicología


Pablo.
(Podría decir muchas cosas, pero a veces el silencio dice mucho más).

miércoles, 4 de marzo de 2009

Buenas!

Estimado primer lector:

Después de un largo rato diciendo que iba a crearme un blog, lo he creado.

Y, como todo lo tengo que analizar profundamente antes de llevarlo a cabo, tenía la intro ya pensada, pero ahora que me pongo a escribir, caigo en la cuenta de que no recuerdo nada de todo eso.

Bueno, este blog lo creé, porque en numerosas oportunidades me encontré escribiendo puntos finales a reflexiones que me hubiera encantado compartir, y quedaron en un cajón.

Por lo tanto, estoy seguro que cada cosa que escriba de aquí en más, va a tener otro significado para mí. Porque, sin duda, el que vos lo leas y me proporciones tu feedback, me significa un valor agregado que hasta ahora no he tenido, y me fascinaría tener.

Y ya se va sintiendo, compartir esta presentación, es, en este momento, uno de los más lindos gustos que puedo darme.

Bienvenido! :)

Pablo.
(Escribir para mi mismo, es desde ahora, una forma de decir...).